Viernes, 30 de mayo de 2025
El micelio, esa vasta red de filamentos que crece bajo tierra, es uno de los sistemas biológicos más complejos y fundamentales para la vida en la Tierra. Aunque a menudo pasa desapercibido, su presencia es imprescindible para mantener el equilibrio en muchos ecosistemas, especialmente en los bosques y humedales. Esta red subterránea, formada por los hilos de los hongos, no solo conecta a los árboles y plantas entre sí, sino que facilita una serie de procesos naturales que mantienen la vida en la superficie terrestre.
Teniendo en cuenta que los hongos fueron uno de los primeros organismos en habitar la tierra firme, hace unos 1.300 millones de años, el papel del micelio cobra gran protagonismo en la conservación del planeta. Como destacó el micólogo y escritor Paul Stamets en su famosa charla TED sobre las seis formas en que los hongos pueden salvar al mundo, el micelio jugó un papel fundamental en este proceso que abarca millones de años. Durante esa larga evolución, produjo ácidos oxálicos que favorecieron la descomposición de rocas, un proceso que contribuyó de manera significativa a la creación del suelo y a la transformación de la Tierra.
Y es que uno de los principales beneficios del micelio es su función en la absorción de nutrientes, pues a través de su red, los hongos son capaces de descomponer la materia orgánica, liberando nutrientes esenciales para las plantas. Sin él, las plantas tendrían dificultades para acceder a minerales y elementos vitales como el fósforo y el nitrógeno, necesarios para su crecimiento. Además, las raíces de las plantas forman una relación simbiótica con el micelio, lo que les permite absorber agua de manera más eficiente. De este modo, juega un papel central en la regulación del ciclo del agua, mejorando la salud de los bosques y los humedales, vitales para el bienestar humano y animal.
Beneficios más allá de la raíz
El micelio también es un recordatorio de la interconexión de la naturaleza, ya que su red subterránea no solo une las plantas entre sí, sino que también fomenta la cooperación entre especies, promoviendo un equilibrio natural que beneficia a todos los seres vivos. Además de sus beneficios para los ecosistemas, el micelio también ofrece posibilidades innovadoras para la ciencia y la sostenibilidad: investigaciones recientes han demostrado que el micelio puede ser utilizado en diversas aplicaciones, como la creación de materiales biodegradables, la limpieza de suelos contaminados o incluso la posibilidad de vivir en otros planetas. Estas aplicaciones ejemplifican que es un aliado natural que también podría ser clave para resolver algunos de los desafíos medioambientales actuales.
Además, el creciente tamaño de los bosques en las últimas décadas ha dado un impulso indirecto a su expansión y salud. En Europa, la superficie forestal ha crecido significativamente, en países como España o Suecia, que han experimentado un aumento en su cobertura forestal, lo que también contribuye al incremento de estos ecosistemas subterráneos. Este crecimiento se ha visto acompañado de una mayor protección de los hábitats naturales, donde el micelio prospera y ayuda a las especies a mantenerse saludables.
En este contexto, la reforestación y la gestión sostenible de los bosques son acciones clave para garantizar que esta red biológica continúe desempeñando su función en la preservación del medio ambiente. Existen medidas cada vez más robustas para asegurar la conservación del micelio y los ecosistemas que lo sustentan. Iniciativas internacionales como el Desafío de Bonn, que busca restaurar bosques degradados, también tienen en cuenta la preservación de los suelos y la biodiversidad subterránea. Además, los esfuerzos para proteger humedales y bosques en áreas críticas, como la Amazonía y las zonas montañosas, garantizan que el micelio siga desempeñando su rol esencial en estos ecosistemas.
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