De acuerdo a los datos de Naciones Unidas (ONU), más del 80% de las aguas residuales del planeta regresa a nuestros ecosistemas sin haber sido debidamente tratada o reutilizada.
La tecnología actual ya permite revertir esta situación y cada día se amplía el porcentaje de residuales correctamente depuradas. Según la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), España lidera la reutilización de agua en Europa (del 10% al 13%). Para ello, intervienen numerosos procesos físicos, químicos, biológicos y de absorción hasta lograr un agua depurada, tan vital para los humanos como para el entorno.
Y es, precisamente, en este contexto en el que la instalación de plantas depuradoras no deja de crecer a un ritmo sostenido y necesario.
Las tecnologías tradicionalmente utilizadas para la depuración de aguas se diversifican entre aquellas que utilizan procesos físicos como la filtración y otras que lo hacen mediante procesos químicos, como la oxidación avanzada que, a día de hoy, es uno de los más utilizados por su eficiencia.
Pero si hay una tecnología que se está convirtiendo en punta de lanza de esta necesaria misión en pro de la depuración de aguas residuales, es la biofiltración. Este método logra el tratamiento de aguas residuales mediante un proceso puramente biológico.
Las aguas a tratar pasan por filtros compuestos de microorganismos para los que las partículas contaminantes suponen nutrientes que acaban descomponiéndose y transformándose en sustancias no peligrosas.
Se trata de una tecnología que, además de lograr una excelente calidad en las aguas tratadas, no precisa de grandes espacios para su implementación.
Renovar las antiguas depuradoras residuales
La mayor parte de las estaciones depuradoras de nuestro país fueron construidas hace décadas y se han quedado obsoletas. Los equipos de biofiltración están diseñados para renovarlas y, además, pueden emplearse en otras nuevas que se integren en edificios urbanos, dado el poco espacio que requieren sus materiales y su moderno diseño.
Casos de éxito de biofiltración en España
España ya cuenta con casos exitosos en la depuración de aguas residuales mediante biofiltración. En Falset (Tarragona), se construyó en 2018 una planta de tratamiento de agua potable completamente automatizada que trata agua de pozo con niveles de nitratos por encima de los indicados en el Real Decreto 140/2003. Dicha norma establece los criterios sanitarios de la calidad del agua para consumo humano, de acuerdo con los marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los biofiltros utilizados en esta planta tienen una alta eficiencia, un bajo coste energético y una vida útil superior a los 20 años.
Una investigación reciente del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDEAEA-CESIC), el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y el centro tecnológico Eurecat, junto a varias empresas, anticipa un buen pronóstico. Gracias a biofiltros verticales compuestos por microalgas y bacterias, se logró eliminar el 98% de nitratos y el 90% de pesticidas y antibióticos de las aguas residuales.
En la actualidad, hay dos plantas piloto que desarrollan el proyecto: en IRTA en Caldes de Montbui (Barcelona) y en Nules (Castellón).
La correcta y eficiente depuración de aguas residuales juega un papel fundamental para nuestro bienestar y la salud del medioambiente, y la biofiltración es una herramienta clave que continúa mejorando para lograr una elevada efectividad.