Jueves, 24 de julio de 2025
De repente, la inteligencia artificial (IA) llegó a nuestras vidas. Y, como todo gran avance tecnológico, está generando gran cantidad de información en medios de comunicación planteando más dudas que respuestas. Pero en el caso del consumo energético, la inteligencia artificial ya nos propone avances claros y concretos en todo el proceso, desde la producción hasta el consumo en nuestros hogares.
El machine learning, o aprendizaje automático, es una rama de la IA que dota a los sistemas informáticos de la capacidad de mejorar a partir de la experiencia, sin ser programadas explícitamente para esa tarea. Es como si el sistema pudiera aprender por sí mismo a través de la información y la experiencia que va acumulando. Se trata de algoritmos que analizan gran cantidad de datos, identifican patrones y toman decisiones o hacen predicciones.
Aplicado al sector energético, esto significa que las máquinas pueden procesar información compleja sobre el consumo, la producción o los estados de la infraestructura y extraer conocimientos de valor a los que un humano difícilmente podría llegar por sí mismo. Principalmente, existen tres tipos de machine learning:
Aprendizaje supervisado: los algoritmos aprenden de datos etiquetados, es decir, donde se conoce la respuesta correcta. Puede servir, por ejemplo, para predecir la demanda energética.
Aprendizaje no supervisado: los algoritmos buscan patrones y estructuras en datos no etiquetados, identificando similitudes o anomalías. De esta forma, se podrían predecir errores en maquinaria como turbinas o líneas de transmisión.
Aprendizaje por refuerzo: Un agente aprende a tomar decisiones en un entorno para maximizar una recompensa, a menudo a través de prueba y error. En el caso de un sistema que combina diferentes fuentes de energía, podría priorizar el uso de fuentes renovables siempre que sea posible.
La optimización del consumo energético es importante por diversas razones que a la vez están interconectadas. En primer lugar, la reducción del consumo de energía disminuye la dependencia de los combustibles fósiles. Según la Agencia Internacional de la Energía, la eficiencia energética podría aportar más del 40% de las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero necesarias para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París sin requerir nuevas tecnologías.
En segundo lugar, la optimización consigue ahorro económico tanto en consumidores como en empresas e, incluso, edificios institucionales. La eficiencia energética reduce costes operativos, disminuye la necesidad de producir e importar energía y, además, promueve la innovación y el desarrollo impulsando la creación de soluciones más inteligentes y sostenibles.
El machine learning ofrece soluciones innovadoras en diversas áreas:
La digitalización y el análisis de datos puede mejorar la gestión de la demanda y, en el caso del machine learning, puede ayudar a predecirla. Y es que los algoritmos pueden analizar datos históricos de consumo, patrones climáticos y otros factores para prever con exactitud cuánta energía se necesitará. Esto permitirá evitar una producción excesiva o, por el contrario, generar menos de la necesaria.
Aunque las redes eléctricas actuales están cada vez más ajustadas a las necesidades de consumo, también son más complejas. El machine learning permite una gestión inteligente de la red, prediciendo fallos en equipos, optimizando el flujo de energía o detectando anomalías. Esto reduce las pérdidas de transmisión o distribución y mejora la fiabilidad de la red.
Debido a la intermitencia de fuentes como la solar y la eólica, cuya producción depende del clima, no se puede conocer con exactitud la cantidad de energía que producirán. Basándose en pronósticos meteorológicos o datos históricos, el machine learning puede predecir con mayor precisión la producción de energía de estas fuentes renovables. De esta forma se reduce la necesidad de respaldo con fuentes convencionales..
Un gran edificio puede conllevar un gran consumo energético. Aquí el machine Learning puede convertirlo en un edificio inteligente que aprende de los patrones de ocupación, las preferencias de cada usuario, la iluminación y las condiciones atmosféricas para ajustar automáticamente la climatización. Esto significa que sus habitantes reducirán su ahorro energético a la vez que aumentan su confort.
La industria es, sin duda, una gran consumidora de energía. Gracias al machine learning se puede optimizar el consumo de energía en función de la producción o predecir necesidades de mantenimiento futuras.
En definitiva, el machine learning no es solo una tecnología del futuro, sino una herramienta del presente que está redefiniendo la gestión de la energía. Y su capacidad para procesar y aprender de grandes volúmenes de datos lo convierte en un aliado para la transición energética.
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