Miércoles, 9 de julio de 2025
Aunque no podamos verla, la energía forma parte de nuestra vida diaria y nos ayuda a realizar pequeñas y grandes acciones, desde encender la luz de una habitación o cargar el móvil, hasta transportarnos hasta un lugar muy lejano. Entender cómo funciona, de dónde viene y qué tipos de energía existen nos ayuda a usarla de forma más consciente, tomar decisiones informadas sobre su consumo y contribuir a un desarrollo más sostenible de nuestro planeta.
Llamamos fuentes de energía a los recursos naturales o artificiales de los que obtenemos la energía para realizar todo tipo de actividades que forman parte de la sociedad global en la que vivimos.
Podemos clasificar los tipos de fuentes de energía según su capacidad de renovación en la naturaleza, dividiéndolas en renovables y no renovables:
La energía renovables se obtiene a partir de recursos naturales que son inagotables o se regeneran rápidamente. No generan emisiones contaminantes y facilitan la transición hacia un sistema energético más sostenible. ¿Las conoces todas?
Aquella que utiliza la radiación solar para generar energía fotovoltaica o termosolar.
Los nuevos molinos de viento ya forman parte de nuestros paisajes en tierra o en alta mar. Cuentan con aerogeneradores que producen electricidad al aprovechar el movimiento del viento.
La energía es generada al liberar agua acumulada en embalses o ríos. Al caer el agua, produce un movimiento en las turbinas que genera electricidad.
El propio calor que se encuentra en el interior de nuestro planeta también puede utilizarse para generar energía. La geotermia es probablemente la energía renovable más desconocida y menos explotada.
Se utilizan los residuos que provienen de la materia orgánica animal o vegetal. Un ejemplo es la biomasa forestal, una alternativa de energía sostenible que además representa un hito de economía circular.
Aprovecha los movimientos marinos tales como las olas (energía undimotriz), las mareas (energía mareomotriz) o las corrientes marinas.
Aunque también se encuentran en la naturaleza, estos tipos de fuentes de energía son finitas. Es decir, las encontramos en cantidades limitadas y tienen un lento proceso de transformación que puede requerir… ¡millones de años!
Utilizado principalmente para la calefacción o la producción de electricidad, el gas natural es un combustible fósil compuesto en su gran mayoría por metano.
Esta mezcla de hidrocarburos es utilizada para la producción de plásticos, productos químicos y de combustibles como gasolina o diésel.
Combustible fósil utilizado para la generación de electricidad y en procesos industriales. Su combustión produce altos niveles de emisiones de dióxido de carbono.
Generada a través de la fisión nuclear de uranio en centrales nucleares, genera grandes cantidades de energía.
Otra manera de clasificar las fuentes de energía es en función de su origen, en este caso hablamos de fuentes de energía primarias o secundarias.
Son aquellas que podemos encontrar en la naturaleza y no necesitan ser transformadas previamente. El petróleo, el carbón, el uranio, la energía solar, hidráulica o eólica entrarían dentro de esta clasificación.
En cambio, estas fuentes se obtienen procesando fuentes primarias. Ejemplos de estas fuentes son la electricidad, el diésel o los biocombustibles.
La participación de toda la sociedad es crucial para aumentar el uso de fuentes de energía renovables y avanzar en la transición ecológica.
El compromiso de las instituciones también es decisivo, como en el caso de la Unión Europea, que busca alcanzar la neutralidad climática en 2050, es decir, conseguir unas emisiones netas cero. Para conseguirlo, el objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 55% para 2030, en comparación con los niveles de 1990.
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