Jueves, 23 de febrero de 2023
Piensa en una científica. Quizá la mayoría nombrásemos a Marie Curie. No es de extrañar, ya que desde que la polaca ganase su primer Nobel en 1903, solo 24 mujeres han obtenido este galardón en Física, Química o Medicina. Esto es un reflejo de la invisibilidad femenina en el ámbito STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), una situación conocida como Efecto Matilda.
“Se entiende por Efecto Matilda el trabajo que han hecho las mujeres a lo largo de la historia y que nunca ha llegado a la posteridad. A pesar de que su contribución sí se haya observado, sus nombres han pasado totalmente desapercibidos. Esto en la ciencia es especialmente notable”, explica Maite Paramaio, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, AMIT. Este toma su nombre de la sufragista Matilda Joslyn Gage (1826-1898), quien usaba su columna en el periódico El Ciudadano Nacional para dar a conocer el trabajo de importantes mujeres olvidadas. Sin embargo, no fue hasta un siglo después, cuando en 1993 la historiadora Margaret W. Rossiter bautizó con su nombre este panorama. Hoy, la asociación que lidera Paramaio está impulsando la iniciativa #NoMoreMaltidas (No más Matildas) para reivindicar los nombres de muchas otras Matildas postergadas en su campo.
Para Maite, además de la injusticia que supone silenciar las contribuciones de estas personas, esto provoca que las niñas no tengan modelos: “Hay una ley universal que dice que no te gusta, lo que no conoces. Si no tienes ningún conocimiento de estas profesiones, porque no existen referentes, ¿cómo vamos a hacer que se estudien?”, reivindica la presidenta de la AMIT.
¿Dónde están, entonces, las mujeres científicas, ingenieras e informáticas? Según el informe PISA 2018, en España dos de cada diez niñas con buen rendimiento en Ciencias y Matemáticas esperan trabajar en esas áreas cuando cumplan 30 años. Sin embargo, según las estadísticas de la UNESCO, las jóvenes parecen perder el interés por estas materias a medida que avanzan en edad. En el ámbito universitario, la igualdad es cada vez mayor, aunque todavía queda camino por recorrer. Mientras que en las carreras de ciencia las alumnas representan el 49% de las matrículas, en ingeniería, industria y construcción se reduce al 30%, y en informática tan solo alcanza el 15%. A nivel profesional, por otro lado, las mujeres investigadoras en España representan un 41% del total, por encima de la media europea (34%, según el informe ‘Científicas en cifras 2021’).
Maite Paramaio reconoce que la clave radica en “insistir, insistir e insistir. Por eso, nosotras tenemos programas como el de Una ingeniera en cada cole, en el que ingenieras y científicas van a los centros educativos a contar su experiencia profesional; o a través de reuniones con las editoriales, y englobado en el movimiento #NoMoreMatildas, fomentar que los libros de texto incluyan más mujeres relevantes, no solo a Marie Curie”. También, en los distintos nodos territoriales, a través de mecenazgos, tutorías, congresos o premios, donde se apoya y visibiliza el papel protagonista de las mujeres desde Bachillerato, la universidad o durante el doctorado, un momento que Paramaio define como “crucial, ya que son muchas las mujeres que lo empiezan pero pocas lo terminan, al sentirse perdidas”.
En este punto coincide Joana Frontela, directora del Centro de Investigación, Gestión de Proyectos de I+D e Investigadores de Cepsa, que insiste en que es fundamental “enseñar desde la escuela. Si crecen en un contexto en el que ven más realidades de mujeres científicas, ingenieras o técnicas, podrán elegir en igualdad entre todas las disciplinas. La educación es, sin duda, el mejor motor. …Los libros de estudio deben incluir grandes figuras masculinas… y femeninas”.
Frontela reconoce que, siguiendo la línea de AMIT, desde el centro que dirige están “involucrados en varias acciones que apadrinan Cepsa y Fundación Cepsa para potenciar la incorporación de chicas a estudios STEM con acompañamiento en colegios e institutos; mentoring de mujeres con potencial; o la fundación Inspiring Girls, que fomenta los referentes femeninos en cualquier ámbito, entre otros proyectos”. Y añade: “Nos sentimos fuertemente comprometidos con la inclusión de género en carreras y profesiones técnicas”.
Si echamos la vista atrás, afortunadamente hemos recorrido un largo camino a pasos de gigante, pero aún queda trabajo por hacer. De acuerdo con los datos que maneja la ONU, alcanzaremos la igualdad real en unos 200 años al ritmo actual. A modo de conclusión, Maite Paramaio indica que “solo depende de nosotras, de nuestra insistencia y resistencia. Está en nuestras manos y en los apoyos que tengamos exteriores”.
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