Martes, 30 de mayo de 2023
En la actualidad, la mitad de la humanidad, unos 3 500 millones de personas, viven en ciudades. La ONU espera que en 2050 esa cifra aumente hasta el 68%. Las ciudades ocupan solo el 3% de la superficie del mundo pero son responsables del consumo de entre el 60% y el 80% de energía y el 75% de las emisiones de carbono. Ante estos datos, es imprescindible que las urbes de las próximas décadas sean más sostenibles, resilientes e inclusivas.
Las ciudades tienen su propio Objetivo de Desarrollo Sostenible y su día mundial, el 31 de octubre, porque una de las preocupaciones capitales de Naciones Unidas es la desigualdad, que pueden reducir si apuestan por un rediseño que integre a los más vulnerables. ¿Cómo? Con lugares mejor conectados y más abiertos que impulsen los intercambios sociales y económicos, evitando las zonas marginales que desplacen a las personas sin recursos.
Esta conectividad también se consigue a través del transporte público. Las urbes del futuro deben priorizar al peatón frente al coche, y favorecer los desplazamientos a pie o en bicicleta, así como un sistema de transporte público rápido y sostenible. Esto permite no solo una ciudad más amable y accesible para todos los ciudadanos, sino que, además, según Naciones Unidas, ayudaría a reducir enfermedades y promocionaría una vida más sana.
Las zonas verdes también mejoran la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. En un momento de sequía y crisis climática, deben ser diseñadas para apostar por especies resistentes y específicas de cada lugar, para un consumo de agua sostenible. “Los espacios verdes ayudan a refrescar el aire, ofrecer sombra y absorber los contaminantes atmosféricos”, apuntan desde la ONU. Sus beneficios en la salud física y psicológica de los ciudadanos también están comprobados.
Incentivar la vida de barrio, en sintonía con el cada vez más extendido movimiento por la ciudad de los 15 minutos, también se vislumbra como una opción de futuro para las urbes. Esta tendencia apuesta por que el ciudadano tenga en ese radio de tiempo, desplazándose a pie o en bicicleta, su vivienda y su trabajo, pero también tiendas para hacer la compra, colegios, un centro de salud y zonas de ocio. Su objetivo es favorecer las relaciones sociales por medio de lugares más inclusivos, y reducir los desplazamientos y las emisiones contaminantes.
Ciudades resilientes
Las ciudades son zonas vulnerables al cambio climático debido a su elevada concentración de personas y su ubicación. Y aquí tiene un papel fundamental la arquitectura. Ya se están construyendo edificios más sostenibles, por ejemplo con biomateriales, pero, ¿qué pasa con los que ya están en pie? El Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) recuerda la importancia de apostar por la instalación de placas fotovoltaicas o mecanismos de geotermia para ser más sostenibles en el consumo de energía, pero también por el aislamiento exterior de la fachada para reducir la temperatura del hogar.
La tecnología para incentivar la resiliencia y la sostenibilidad será una gran aliada, y en concreto, la inteligencia artificial será clave en este proceso. Ayudará, por ejemplo, a una recogida de basuras más eficiente, además de un consumo de electricidad más adecuado a cada momento gracias a tecnologías como el alumbrado público adaptable. También aportará grandes avances a la eficiencia de los edificios o la gestión del agua.
Pero no solo la tecnología. Echar un vistazo al pasado también puede ser importante para el futuro, como ha hecho Yael Issacharov, una diseñadora israelí que vive en Barcelona. Su solución para el interior se basa en paredes diseñadas con terracota que se llenan de agua y que, mediante su evaporación, enfrían la habitación sin aire acondicionado. El sistema es parecido al de los tradicionales botijos. Porque las técnicas tradicionales también pueden ser claves para construir un futuro eficiente.
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