Jueves, 23 de marzo de 2023
Desde hace unos años las siglas ESG están presentes en la toma de decisiones de las compañías de todos los sectores. Derivadas del concepto en inglés Environmental, Social y Governance, cada letra corresponde a un campo: la E, por su parte, tiene en cuenta el factor ambiental; la S, el impacto y el respeto por los Derechos Humanos; mientras que la G engloba la repercusión que tiene el buen gobierno en su gestión, relacionado con cuestiones como la estructura de los consejos de administración, los derechos de los accionistas o la transparencia.
Así, durante la I Cumbre de Directores Financieros (CFO), celebrada en la sede de Cepsa, en Madrid, un panel de expertos analizó las claves para fortalecer la gestión responsable desde las direcciones financieras. Y en este contexto, la mesa redonda ‘ESG: hacia unas finanzas sostenibles’ se centró en cómo estos criterios se están implementado en las compañías, resultando una de las principales referencias a la hora de invertir y cómo la viabilidad medioambiental es también un punto clave en sus planes de acción.
José Ángel Mateo, experienced manager en NTT Data, desglosó que la nueva conciencia de sostenibilidad influye en la toma de decisión. Según un estudio de su propia empresa, con datos de 2021, el 96% de las grandes compañías tiene reportes de ESG, ya que les otorga un reconocimiento de marca y quieren estar alineados con los requerimientos regulatorios.
Para explicar la importancia de esta tendencia, Mateo añadió que casi un 65% de los empleados prefiere trabajar en una organización que se defina sostenible de forma real; o que el 94% de los bancos considera las ESG como una prioridad estratégica y, por tanto, un motivo para conseguir mejores condiciones de financiación.
El valor de la realidad en los ESG
Pero, una vez claro qué son estos criterios, ¿sabemos quién los determina? La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue una de las primeras instituciones en publicar un texto que recogía los principios de la inversión responsable. En este documento se desglosaba cómo es posible crear un modelo que recompense la actividad a largo plazo y que beneficie tanto al medioambiente como a la sociedad en conjunto.
La senior solutions consultant en OneStream Software, Eva Mier de Andrés, comentó que reguladores y consumidores demandan más información en este ámbito y eso crea “una nueva presión para el CFO”. Para ella, este fenómeno debe suponer que las empresas sean honestas en su voluntad de lograr un impacto positivo, “no es suficiente aparentar ser verde sin mediciones, hay que tener métricas tangibles”.
En esta línea, las tecnologías emergentes como los modelos de aprendizaje automático están cambiando el análisis de los planes de sostenibilidad. El director financiero en SEUR, Pedro Úbeda, reconoció que “si quieres hacer un cambio cultural, no puedes aislar una variante, sino integrarla en todo lo demás”. Por el momento, Úbeda comentó que queda camino por recorrer, porque, por ejemplo, los clientes corporativos pagarían un extra por “una entrega verde”, pero de momento los individuales “no están dispuestos a pagar más por eso”.
Rentabilidad vs. Sostenibilidad
“Nosotros tenemos que buscar rentabilidad en cada céntimo ya que, aun siendo líderes solo tenemos el 15% del mercado. Cuando hacemos una inversión con criterios ESG tenemos que buscar la rentabilidad de las acciones”, apuntó el directivo de SEUR.
Los bonos verdes son un instrumento de financiación que el panel marcó como gran aliado para hacer realidad las inversiones hacia la transición energética. El propio Gobierno de España, con el fin de incrementar la transparencia sobre los objetivos y la política medioambiental nacional, puso en marcha en 2021 el Marco Verde del Tesoro Público, destinado a ser en un componente estructural de su política de financiación.
El director corporativo económico financiero en Redeia, Emilio Cerezo, respaldó los bonos verdes como los instrumentos adecuados para la descarbonización de la economía y la sociedad. De hecho, la compañía fijó a principios de año los términos y condiciones de un bono híbrido verde, por importe de 500 millones de euros, que para Cerezo refleja el compromiso del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC). Esta hoja de ruta persigue la reducción del 23% de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990.
En este sentido, las compañías energéticas se han sumado a la adopción de créditos sindicados sostenibles, como el que suscribió Cepsa el pasado octubre, por un importe de 2000 millones de euros, basado en criterios ESG. Para Carmen de Pablo, directora financiera, de estrategia y ESG de Cepsa, que también participó en la Cumbre “la primera financiación sostenible de Cepsa muestra la determinación de alinear nuestros objetivos financieros y de sostenibilidad, situándolos en el centro de nuestras decisiones de financiación y de inversión, así como de nuestras operaciones diarias”.
Por último, la directora financiera y directora de ESG en CBRE Spain, Patricia García de Ponga, narró la situación de uno de los sectores más ligados a la sostenibilidad, el mercado inmobiliario. Para ella, el impacto en el valor de los inmuebles con estos criterios verdes es “la pregunta del millón”.
“Los inversores preguntan mucho más por estos criterios y, desde la pandemia, se consolidó la tendencia”, analizó en su intervención, para añadir que ya es uno de los factores capaces de incrementar el precio de la renta, al menos un 20% más en edificios que no cumplen con criterios de sostenibilidad respecto a los que sí lo hacen.
En su análisis, advirtió de que el parque inmobiliario español es antiguo, solo el 5% es eficiente, y que las inversiones medioambientales deben elevarse para que la transición energética llegue también a uno de los espacios más importantes de la sociedad, los hogares.
¿Te ha parecido interesante?