Martes, 26 de agosto de 2025
Atascos, coches en doble fila, pitidos, personas a la carrera… Esta escena habitual se repite cada día en la entrada y salida de los colegios, reflejo del ritmo acelerado que caracteriza nuestras rutinas. Para muchas familias, el coche representa una solución práctica y rápida para gestionar el día a día. Sin embargo, el alumnado también dispone de otras opciones para reducir la congestión en los alrededores escolares y que contribuyen a que el transporte escolar sea más sostenible. En España, esta filosofía ya está reflejada en una normativa, la Ley de Movilidad Sostenible, que actualmente está a la espera de ser votada en Comisión.
La manera de desplazarse al colegio varía según la magnitud del entorno en el que se encuentre el centro. Las grandes ciudades cuentan con una mayor infraestructura de movilidad y con redes de transporte público -como el autobús urbano o el metro- que descongestionan el tráfico y son una de las opciones más utilizadas por los estudiantes. Igualmente populares, aunque menos comunes, encontramos las rutas escolares en autobús, un sistema de recogida en un punto concreto y a una hora determinada que sigue un camino establecido. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, solo el 12% de sus 3.533 centros educativos cuenta con este servicio.
No obstante, en otras comunidades autónomas de zonas menos pobladas se ha encontrado una solución para favorecer la movilidad rural: el transporte compartido escolar, gracias al cual se aprovechan los asientos vacíos de los autobuses escolares para que vecinos de municipios cercanos puedan hacer uso de ellos. Más de 43.000 alumnos de Galicia procedentes de medio millar de centros utilizan este sistema integrado que, según la Xunta, ha beneficiado también a casi un millón de usuarios.
Sea exclusivo para los estudiantes o compartido, público o privado, hay margen para mejorar el impacto positivo del transporte en el medio ambiente a través de medidas como la implementación de autobuses escolares más eficientes, que incorporen motores eléctricos o híbridos, o la optimización de las rutas gracias a la inteligencia artificial para recorrer menos kilómetros y reducir el volumen de emisiones. Ejemplo de ello es Estados Unidos, que con medio millón de autobuses escolares, tiene una amplia tradición en este tipo de transporte. Muchas de sus ciudades están optando por renovar su flota con autobuses escolares eléctricos e híbridos, los cuales son un 60% más eficientes energéticamente y pueden suponer para las escuelas un ahorro medio anual de 2.000 dólares en combustible y 4.400 dólares en mantenimiento.
Allí, la plataforma ‘BusWhere?’ ha desarrollado una tecnología basada en IA que facilita el seguimiento del autobús escolar, asigna conductores y vehículos de manera inteligente, monitoriza el comportamiento del conductor anticipando potenciales peligros y facilita una comunicación proactiva con los menores y sus padres.
Al otro lado del mundo, una escuela sobre ruedas recorre diariamente las calles de Nueva Delhi (India) para que niños y niñas de zonas marginales puedan acceder a una educación y alimentación básica. El colegio toma la forma de cuatro ‘autobuses de la esperanza’ que impactan positivamente cada día en 480 niños gracias al proyecto ideado por la organización TejasAsia.
Andar y pedalear para llegar a la escuela
Cuando el colegio se encuentra en un radio cercano a los domicilios de los estudiantes, surgen otras alternativas que no requieren de transporte por carretera. Hablamos, en primer lugar, del bicibús, entendido como un grupo de niños y niñas que pedalean juntos de casa al colegio y viceversa. Al igual que un autobús escolar, este modelo tiene un itinerario predefinido con puntos de salida y llegada y unos horarios establecidos para su recorrido y cuenta con la seguridad del grupo para que sea una experiencia sin ningún riesgo para los menores.
La aplicación móvil BicibúsLAB y su innovadora metodología han posibilitado en Barcelona el establecimiento de más de 40 rutas de bicibús en 30 escuelas con diferentes modelos como “bicibús en familia, con familiares voluntarios, con monitores o personas voluntarias externas, el bicibús mixto y el bicibús autónomo”. Por su parte, en Madrid, el Ayuntamiento de la capital se ha sumado al programa europeo STARS que busca aumentar el número de estudiantes que usen la bicicleta para ir o volver al colegio.
En caso de no saber pedalear, el pedibús sustituye la bicicleta por las propias piernas para hacer este recorrido caminando en grupo. Uno de los referentes en este ámbito es el municipio madrile&ño de Torrelodones, cuyo consistorio lleva más de diez años ofreciendo la posibilidad de llevar a los centros de manera gratuita a niños de Educación Primaria a través de diferentes rutas prefijadas. Además, para el curso 2025/2026, se ha ampliado este servicio con caminos de vuelta a casa por las tardes.
También el patinete eléctrico, considerado un vehículo de movilidad personal (VMP) sostenible y adecuado para trayectos cortos, atrae a muchos jóvenes en sus desplazamientos al colegio de manera rápida. Aunque conviene recordar que su uso está limitado a una edad superior a los 16 años y a una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora en zonas urbanas.
Infraestructuras y múltiples beneficios
Optar por alternativas más sostenibles para llegar al cole o al instituto aporta numerosos beneficios, no solo en las zonas escolares descongestionando el tráfico, sino también porque estas opciones potencian las habilidades sociales de los más jóvenes, generan un sentido de comunidad antes incluso de comenzar las clases y contribuyen a combatir el sedentarismo a edades tempranas.
Estas iniciativas para mejorar el transporte escolar deben ir de la mano de mejoras en las infraestructuras públicas para que la experiencia sea segura. Aceras más anchas que faciliten el espacio de los viandantes; carriles bici que conecten con los centros lectivos; la implementación de aparcabicis donde los alumnos puedan dejar a sus compañeras de dos ruedas o las señalizaciones de zonas de paso de menores y contar con personal cualificado para guiar a los grupos son algunas de las medidas que pueden transformar el trayecto al colegio en un momento más agradable, enriquecedor y sostenible.
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