Martes, 6 de mayo de 2025
Juan Manuel Molina se dedica a la artesanía en la madera del olivo, precisamente en Torreperogil, Jaén, donde fundó su particular taller, El Arte del Olivo. Lleva décadas investigando sobre las particularidades de trabajar con este tipo de madera, convirtiendo los restos de la poda en piezas únicas que conservan el arraigo de su tierra a través de la circularidad de este recurso.
Tras una vida vida dedicada a la formación como maestro industrial, comienza a investigar la madera del olivo como materia prima para diseñar creaciones. ¿En qué momento se da cuenta de su potencial?
Pues fue un poco de casualidad. Yo había visto los restos de la poda que normalmente se utilizan para quemar en la lumbre, pero un día acompañé a un amigo a cortar unos troncos para quitarle un pie a cada olivo. Y esa experiencia que viví al ver la diferencia entre una rama y un tronco, porque el olor, el color y el duramen del tronco es una maravilla, me llamó mucho la atención. Entonces le compré esa madera al chico y a partir de ahí empecé a hacer cosas.
¿Cómo ha sido la evolución del taller ‘El Arte del Olivo’?
Al principio, trabajar con los desechos de la madera de olivo fue un poco hobby. Las primeras cosas que diseñé, que mayoritariamente eran utensilios de cocina, las puse a la venta en internet y tuvieron una pronta aceptación. Por eso, creamos primero un blog, después una página web, y al final, llevamos quince años ya con este proyecto familiar que es ‘El Arte del Olivo’.
¿Qué volumen de kilogramos de poda de olivo utiliza cada año?
Todos los años en la provincia de Jaén y en Torreperogil, mi pueblo, hay unas necesidades de podar el olivo. Y esos restos que nosotros recogemos, que son los más grandes, oscilarán en torno a 15.000 y 40.000 kilogramos anualmente.
Tras la recogida de la madera, esta materia prima tiene que pasar por un tratamiento de secado y curación antes de empezar el proceso artesanal. ¿Cuánto tiempo puede transcurrir desde la poda hasta que esté lista para el taller?
Si es en tronco, este proceso de secado y curación puede llevar alrededor de cuatro o cinco años. Si, por ejemplo, fuera en tablón de cinco centímetros de grosor, a lo mejor en tres años estaría listo y, en el caso de que fuera de dos centímetros de grueso, en dos años podríamos empezar a trabajarlo.
¿Qué tipo de piezas confeccionan en su taller?
En ‘El Arte del Olivo’ hacemos todo tipo de cosas, de las más pequeñas a las más grandes, como mesas de tres o cuatro metros, y de lo más sencillo a lo más complicado. Creamos obras de lo más variadas, porque como las hacemos directamente para el cliente, nos las piden al gusto: Instrumentos musicales pequeños, productos de menaje del hogar, incluso hace poco hicimos todo el salpicadero de un coche con más de veinte piezas.
¿Cuáles son las propiedades diferenciales que tiene la madera del olivo respecto a otros árboles?
La madera del olivo no es una madera que tenga mucho porte, es decir, no tiene grandes dimensiones y al estar muy manipulada cada año, el tronco registra una serie de heridas que la hace más bonita pero también más difícil de trabajar. Un pino, por ejemplo, tiene seis metros de tronco totalmente lineal, que a la hora de cortar o cepillar es muy fácil, pero el olivo tiene más repelo, los hilos no van rectos, sino que van haciendo ondas…es una complicación que tiene, pero eso lo gana en su belleza.
¿Qué tipo de información es capaz de extraer del tronco de un olivo?
La madera del olivo contiene mucha información, no solamente la edad, sino todo lo que le ha ido pasando al árbol en su vida. Yo he visto el plomo de los disparos de la caza incrustados en su madera y hay olivos que igual tienen 300 años y cuentan todo lo que le ha pasado en el transcurso de los años, todo se queda dentro. Además, con el olivo sucede que nunca muere, siempre renace, cuando se corta un tronco justo en la raíz ha nacido otro.
Además de dar una nueva vida a los desechos de la poda, ¿cómo implementa la economía circular en su taller para confeccionar piezas bajo el prisma de la sostenibilidad?
Pues mira, cuando sobra un trozo no lo tiramos, por supuesto que no, sino que lo pegamos con otro trozo y hacemos lo que llamamos un gualdrapeado, que es una sucesión de piezas pegadas sin orden ninguno hasta hacer un bloque, con el que elaboramos tablas de cortar, bandejas o incluso artículos de joyería. El serrín lo utilizamos para hacer compost natural, mientras que los huesos de aceituna los trituramos y los incorporamos en el diseño de determinadas obras. Finalmente, el tratamiento que damos a los productos finales es natural, basado en el aceite de oliva y la cera de abejas.
¿Cree que el cliente final aprecia la artesanía del producto frente a otros creados a escala industrial?
Sin duda. Cada vez que investigo y veo que algo nuevo funciona es una satisfacción muy grande y que la gente agradece, porque les gusta conocer el proceso artesanal por el que ha pasado el producto y la historia que cuenta. De hecho, el 80 % de la gente que nos compra por primera vez, suele repetir porque el resultado es otro mundo. Una pieza industrial no tiene alma, mientras que la sensación que experimentas tocando algo natural es muy diferente...Una ensalada pipirrana que es muy típica de esta zona no sabe igual servida en un cuenco de plástico que en uno de esta madera.
Por último, ¿cómo contribuye ‘El Arte del Olivo’ a la protección de este árbol, el icono por excelencia de la provincia de Jaén?
Yo creo que hay que poner nuestro trabajo en valor. Lo más fácil sería coger la poda y quemarla, pero si antes de hacer eso podemos darle cien años de vida, pues es una riqueza que se incorpora a nuestra provincia y a nuestro pueblo.
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