Más allá de su uso como juguetes o herramientas de grabación aérea, los drones están ganando terreno como medios de transporte útiles, rápidos y sostenibles, especialmente aquellos capaces de despegar y aterrizar de forma vertical. De hecho, técnicamente, este tipo de aeronaves reciben el nombre de VTOL (Vertical Take-Off and Landing) o eVTOL, si son eléctricos, y ya se emplean como taxis, en tareas de carga y descarga o para repartir medicinas.
Las instalaciones diseñadas específicamente para usar esta tecnología se conocen como vertipuertos. Estos espacios integran plataformas modulares y sistemas avanzados de gestión aérea, como conexiones directas a redes de energía renovable, sistemas de recarga rápida de baterías y soluciones de control de ruido para operar en entornos urbanos densamente poblados, según detalla la Agencia de la Unión Europea para la Seguridad Aérea (EASA). De hecho, estas instalaciones incorporan tecnologías de comunicación VHF (radio de alta frecuencia) y enlaces de datos satelitales para coordinar rutas de vuelo, sensores LIDAR, para la detección de obstáculos y plataformas reforzadas con materiales compuestos de alta resistencia. A diferencia de los helipuertos tradicionales, que no cuentan con integración atomatizada para el control de tráfico aéreo, los vertipuertos funcionan como hubs inteligentes, capaces de gestionar múltiples operaciones simultáneas.
España pionera
Actualmente, España se sitúa como uno de los países pioneros en Europa a la hora de impulsar este tipo de mini aeropuertos para drones. Tanto es así que ya se han realizado pruebas piloto en Jaén, Zaragoza y Lugo, en entornos controlados para validar diseños y procedimientos de operación. Al mismo tiempo, iniciativas como el Libro Blanco de los Vertipuertos, publicado por Ineco —empresa multinacional dependiente del Ministerio de Fomento— establecen las bases regulatorias y técnicas para estas infraestructuras, definiendo requisitos de certificación y homologación.
Aena también ha comenzado a explorar el potencial de los drones y, en colaboración con UrbanV y el fabricante alemán Volocopter, ha firmado un acuerdo para estudiar la viabilidad de un vertipuerto en uno de los aeropuertos de su red, analizando aspectos de seguridad y modelización de tráfico aéreo. Por su parte, Enaire, el organismo responsable de la navegación aérea, trabaja en protocolos de integración de eVTOL en el espacio aéreo controlado, con simulaciones de rutas y diseño de cielos urbanos compartidos con otras aeronaves tripuladas. Además, el Aeropuerto de Teruel albergará el Centro de Innovación en Movilidad Aérea Urbana (CIMAU), impulsado por Vertiports Network, para certificar el primer vertipuerto modular de España. Se espera que esta instalación, respaldada por una subvención de 600.000 euros, comience a operar taxis aéreos eléctricos en 2026.
Con estos y otros proyectos en marcha, nuestro país está actuando como banco de pruebas europeo, con el objetivo de exportar posteriormente el know-how a regiones como Latinoamérica, el norte de África y las costas del Mediterráneo, donde las distancias entre núcleos urbanos y zonas rurales son grandes y la orografía presenta oportunidades únicas para la movilidad aérea.
La sostenibilidad, clave en su diseño
Uno de los aspectos fundamentales de los vertipuertos es su diseño con mínimo impacto ambiental. Actualmente, la tendencia es emplear hormigones de bajo carbono, estructuras metálicas reciclables y paneles fotovoltaicos integrados en el techo de hangares y marquesinas de estacionamiento. Asimismo, las estaciones disponen de sistemas de acumulación de energía mediante baterías de flujo que permiten gestionar picos de demanda durante los despegues y aterrizajes simultáneos, según recoge la página del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Este enfoque sostenible también se complementa con la apuesta por la conexión multimodal. Los vertipuertos están concebidos para integrarse con otros medios de transporte mediante carriles reservados para autobuses eléctricos, acceso a estaciones de metro y carriles bici peatonales. De este modo, un pasajero puede llegar en transporte público al vertipuerto, embarcar en un taxi aéreo y continuar su viaje sin necesidad de vehículos privados.
Sin embargo, todavía existen retos que superar. La EASA trabaja en especificaciones de diseño y seguridad y sigue pendiente la aprobación de un reglamento europeo específico para UAM (movilidad área urbana, por sus siglas en inglés). Cuestiones de seguridad y molestias acústicas, además del coste económico -construir un vertipuerto con certificación avanzada puede costar entre cinco y ocho millones de euros, según estimaciones de Enaire- y el enigma en el retorno de la inversión, ya que dependerá de la demanda de vuelos regulares y de operaciones logísticas, especialmente en emergencias médicas y reparto de última milla.
En definitiva, el desarrollo de estos mini aeropuertos para drones avanza a paso firme y España parece estar a la cabeza en el Viejo Continente en este avance hacia una nueva movilidad urbana, que mira al cielo para descongestionar las carreteras.