El cambio climático es, además de una preocupación ambiental de primer orden, un riesgo sistémico de magnitud global. Se materializa como un factor económico medible que afecta al coste del capital y a la estabilidad de los mercados e incide directamente en el valor de los activos, las inversiones y en la viabilidad a largo plazo de las empresas.
En la actualidad, son muchas las firmas y los reguladores financieros que reconocen que la gestión del riesgo climático es tan determinante como la gestión del riesgo de mercado, crédito o liquidez. Ante este nuevo desafío, resulta cada vez más imprescindible contar con un estándar internacional que permita a los profesionales cuantificar esta nueva variable.
En respuesta a esta necesidad, el Instituto Español de Analistas, en colaboración con EFFAS (Federación Europea de Sociedades de Analistas Financieros) y Marsh McLennan, -empresa global líder en servicios profesionales de asesoría en riesgo, estrategia y capital humano- han lanzado la certificación ECRA, que es el acrónimo de EFFAS Certified Climate Risk Analyst. Dicho de otro modo, desarrollar el concepto de un analista de riesgo climático certificado.
Este programa tiene como primer objetivo capacitar a los profesionales para que puedan identificar, analizar y gestionar los riesgos y las oportunidades que emanan del cambio climático o de la transición global hacia una economía descarbonizada.
La certificación ECRA, a escala internacional, está diseñada para un amplio espectro profesional: gestores de riesgos, analistas financieros, ingenieros, responsables de sostenibilidad y consultores. Supone un sólido punto de partida para calibrar los riesgos y, sobre todo, enseña a los analistas a utilizar herramientas de modelización y análisis para traducir los impactos climáticos en cifras financieras concretas, que inciden en la cuenta de resultados de las empresas y en la toma de decisiones.
Como parte del lanzamiento de esta nueva certificación, la responsable de Riesgos y Continuidad de Negocio de Moeve, Eva López de Sebastián, participó el 18 de noviembre en Madrid en la mesa redonda: “Poner precio al clima: cómo las empresas y el sector financiero valoran y gestionan el riesgo climático”, junto a destacados profesionales del análisis financiero, la sostenibilidad y la gestión del riesgo corporativo.
“La cuantificación del riesgo climático no solo nos permite anticipar desafíos, sino también optimizar nuestras operaciones e inversiones y desarrollar soluciones más resilientes”; destacó López de Sebastián. “Este enfoque nos ayuda a crear valor a largo plazo y a consolidar nuestra estrategia para impulsar el desarrollo de nuevas energías sostenibles. Prueba de ello es que, en Moeve, tenemos ya a dos Especialistas de Riesgos y Continuidad en proceso de certificación ECRA”.
Así, se puso el foco en cómo la integración de estos factores en la estrategia corporativa es vital para la resiliencia y la competitividad a medio plazo, a partir de la medición de los riesgos climáticos con criterios técnicos y comparables.
La certificación ECRA, en palabras de Jesús López Zeballos, presidente del Consejo Asesor de EFFAS, “aporta el conocimiento necesario para interpretar escenarios, evaluar impactos y contribuir a una economía más resiliente y preparada ante los desafíos del clima”.
Riesgos físicos y de transición
La certificación -estructurada en nueve módulos y tres bloques- profundiza en dos grandes categorías de riesgo. Por un lado, los riesgos físicos, que engloban los daños materiales y las interrupciones operativas causadas por fenómenos meteorológicos extremos.
Y por otro, los riesgos de transición, que se derivan de los cambios regulatorios, los avances tecnológicos y las variaciones en la demanda del mercado impulsadas por la descarbonización.
La valoración rigurosa del riesgo climático puede tener un impacto que va más allá de la mera mitigación de los efectos de ese cambio. Visibilizar el coste de la inacción y alinear los objetivos de sostenibilidad serviría como catalizador para movilizar a reguladores y organizaciones a impulsar medidas y soluciones que incentiven la descarbonización como, por ejemplo, el desarrollo de combustibles renovables.
ECRA, en resumen, se posicionaría como una referencia para construir un sistema económico más transparente, con unas finanzas más sostenibles y, posiblemente, mejor preparado para afrontar los desafíos climáticos del futuro.