Ecoalf nació para demostrar que otra forma de hacer moda es posible. Su fundador, Javier Goyeneche, apostó por el reciclaje cuando aún se hablaba poco de sostenibilidad y tuvo que crear tejidos desde cero. Hoy, tras rescatar toneladas de residuos del mar y liderar colecciones 100% recicladas, su reto es mayor: convertir ese modelo en una referencia mundial.
Ecoalf nació poniendo el reciclaje en el centro de su estrategia, pero ¿qué te llevó a iniciar ese camino?
Quería crear una marca de moda que fuera sostenible y para ello, me pareció que lo mejor era no seguir utilizando recursos naturales. Por lo tanto, el reciclaje podía ser una opción si éramos capaces de crear una nueva generación de producto reciclado, donde si yo no te cuento que es reciclado, tú no te enteres.
Fundaste Ecoalf en un momento en el que la moda sostenible apenas se conocía. ¿Qué cambios has visto desde entonces?
En 2009, la gente identificaba lo sostenible con poco diseño, una calidad regular y el reciclaje era peor porque tenía un componente peyorativo. No existían tejidos reciclados chulos; solo estaban reciclados en un porcentaje muy pequeño por debajo del 20% y las texturas no eran muy buenas. Tuvimos que empezar a desarrollar los tejidos y por eso la primera colección se lanzó al mercado en 2013. Tardamos tres años en desarrollar los primeros tejidos. Hubo que convencer a la gente de que un producto reciclado podía ser igual de bonito, podía tener el mismo diseño, podía tener las mismas propiedades técnicas y que no tenía por qué ser más barato.
Convertir residuos en prendas implica invertir en innovación. ¿Qué materiales se reciclan y qué logros destacarías para entender el alcance real de ese impacto?
Reciclamos muchos residuos distintos: millones de botellas de plástico, redes de pesca, nylon, restos de algodón de lana cachemir, posos de café, neumáticos… y cada uno tiene su complejidad. A la gente le impresiona que utilicemos una red de pesca vieja para hacer un tejido, pero realmente solo son necesarios siete pasos para llevarlo a cabo, aunque depende del material.
El que más trabajo nos ha costado reciclar es el algodón. Aunque pueda parecer lo más sencillo, en realidad es el más complejo: al reciclarlo, el hilo resultante es muy corto y apenas hay fábricas capaces de trabajarlo bien. Empezamos con un 10% de contenido reciclado y 90% orgánico y luego fuimos aumentando. Hace tres años lanzamos la primera colección 100% algodón. Ahorramos cerca de 40 millones de litros de agua, comparando lo que sería esa misma producción de tamaño con algodón virgen. Es muchísimo ahorro y eso que somos una compañía pequeña.
¿Cuáles son los principales retos que enfrentamos hoy para alcanzar un modelo circular y sostenible?
Para alcanzar un modelo circular, en primer lugar, habría que cambiar la forma en la que se consume. No hacemos promociones, no hacemos rebajas en época de rebajas, ni Black Friday para minimizar la generación de residuos. Y, en segundo lugar, es muy importante que lo que finalmente llega al vertedero se pueda reciclar. Hoy en día, el 99% de lo que llega no es monomaterial y, por lo tanto, no tiene un reciclaje que te permita crear una fibra de calidad. Por eso, el 74% de nuestra última colección es monomaterial. Esto limita mucho el diseño, pero es lo que permite que si esa prenda llega al vertedero sea circular.
‘Upcycling the Oceans’ es el proyecto más importante de la Fundación Ecoalf. ¿Cómo nació y qué colaboraciones han permitido que crezca tanto?
Es el proyecto del que estoy más orgulloso. Nació a finales de 2014, después de que unos pescadores me hablaran de la cantidad de residuos que quedaban atrapados en sus redes cada vez que salían al mar. Cuando lo vi con mis propios ojos, quedé muy impactado. En ese momento, éramos solo cinco personas en la compañía, pero conseguimos el apoyo de un filántropo estadounidense y convencimos a tres pescadores del puerto de Villajoyosa para instalar un pequeño contenedor en sus barcos. La idea era sencilla: en lugar de devolver los residuos al mar, bajarlos a tierra.
Lo que empezó con tres pescadores hoy reúne a casi 5.000 en 83 puertos del Mediterráneo. Ya han sacado alrededor de 2.000 toneladas desde 2015. Cada minuto entra al mar el equivalente a un camión lleno de basura. Por eso, en 2020 ampliamos el proyecto a los ríos, empezando por el Jarama, donde cada semana limpiamos tramos con voluntariado. Ya estamos replicando la iniciativa en Valencia y Cataluña, porque si los ríos van limpios, los mares también estarán más limpios.
Además de cuidar el planeta, también buscáis generar un impacto positivo en las personas. ¿Cómo se materializa con vuestros proyectos y colaboraciones?
En 2018, nos certificamos como compañía B Corp. En sostenibilidad, sacamos una puntuación espectacular y, en 2021, cuando nos volvieron a evaluar, formamos parte del 5% de las mejores compa&ñ;ías del mundo. Sin embargo, en la parte social no nos ponían tan buena nota. Nos habíamos centrado en la parte medioambiental y a partir de ahí nos dimos cuenta de que teníamos que trabajar mucho más la parte social. Empezamos a poner criterios más estrictos en las fábricas y a trabajar en proyectos sociales. Por ejemplo, con agricultura regenerativa en India, empezamos con 50 agricultores y hoy ya son casi 50.000, y nosotros nos comprometimos a comprar toda su producción, salga lo que salga. Lo bueno de B Corp es que cada tres años te ponen un espejo delante y te dicen: “Esto lo has mejorado, esto no”. Y eso te hace seguir avanzando.
¿Es posible conciliar el propósito ambiental y social con la necesidad de que la empresa sea rentable y competitiva en el mercado?
Nos gusta pensar que estamos demostrando que es posible. No es una utopía hacer toda tu colección 100% reciclada, es posible. Es más complicado, es más difícil. Compites en (no) igualdad de condiciones, pero es posible. Si ya naces con un propósito claro y te mantienes fiel a ello, yo creo que es una hoja de ruta muy clara para ti y para quienes te acompañan en el camino.
Mirando al futuro, ¿qué pasos te gustaría dar para seguir creciendo y ampliando el impacto?
En la Fundación, nos encantaría llegar a trabajar con 10.000 pescadores del Mediterráneo para sacar mil toneladas al año y seguir participando en más proyectos. Y en la compañía, somos bastante ambiciosos. Queremos ser una referencia en el sector de moda sostenible y demostrar que las cosas se pueden hacer de forma diferente.