Existe, funciona y es sostenible. La calefacción urbana o district heating consiste en un sistema energético en el que el calor se produce de forma centralizada y se distribuye a múltiples edificios -residenciales, públicos, oficinas…- mediante una red de tuberías aisladas subterráneas que transportan agua caliente o vapor.
¿Cuál es el propósito? Proporcionar calefacción y agua caliente sanitaria de manera eficiente y sostenible, ya que, a diferencia de los sistemas individuales y domésticos, elimina la necesidad de calderas en cada edificio y aumenta la eficiencia energética global.
El district heating tiene múltiples fuentes de energía. Puede nutrirse de agua, energía geotérmica -que emana de la tierra- o biomasa, e incluso, en las propuestas más avanzadas e innovadoras, aprovecha y exprime el calor residual que se genera en los procesos industriales o en las plantas de incineración de residuos para calentar edificios públicos como hospitales, estaciones de tren o entidades sociales.
Por ejemplo, una vez que el agua ha sido empleada para calentar, retorna fría a la central para volver a recalentarse en un circuito cerrado que no desperdicia ni una gota de este recurso tan esencial.
De Copenhague a Seúl
Dinamarca es quien lleva la mayor ventaja en este ámbito. Especialmente en su capital, Copenhague, con el 90% de la ciudad conectada a la red de uno de los sistemas que se consideran ejemplo de eficiencia energética y que empezaron a probar en los años 70.
En general, los países nórdicos son los que han dedicado más recursos a impulsar sus redes de calefacción urbana con óptimos resultados en función de la disponibilidad y prevalencia de sus recursos naturales. En Estocolmo, Suecia, se decantan por el uso de bombas de calor que aprovechan el agua del mar, mientras que Islandia saca partido de su orografía volcánica para obtener la energía geotérmica que posteriormente sirve como principal fuente de energía de su district heating para calentar las instalaciones de Reikiavik.
Por otro lado, en la finlandesa Helsinki estaría más extendida la recuperación del calor residual que proviene de los procesos industriales, mientras que en Austria, apuestan por aprovechar el calor que se desprende de las grandes incineradoras urbanas para calefactar algunos edificios de Viena.
Cabe mencionar que el district heating no es patrimonio exclusivo de Europa. En Nueva York disponen de uno de los sistemas de vapor urbano más amplios y antiguos del mundo, mientras que Toronto, en Canadá, presume de un sistema de energía por distritos que emplea el agua de sus lagos para calentar y refrigerar. Por su parte, China también avanza con sistemas de vapor que ya están implementados en Pekín y otras ciudades del norte. La capital surcoreana, Seúl, lo emplea en los barrios más poblados.
Algunos ejemplos en España
El district heating también ha llegado a España. Un ejemplo de ello es la Universidad Pública de Navarra, que ha implantado una red de calor basada en la biomasa. Una iniciativa que han replicado en Valladolid, en el campus Miguel Delibes y en el barrio de Huerta del Rey, empleando fondos europeos (Feder). Allí han creado un entramado de tuberías que aprovecha la biomasa para calentar edificios públicos, residenciales y universitarios. Soria nutre su red de biomasa forestal local mientras que, en Móstoles, este sistema es una realidad que arrancó con el proyecto Clima 17, a través de Móstoles EcoEnergía. Este proyecto público está gestionado desde el ayuntamiento que se alimenta de biomasa para conectar miles de viviendas para una climatización eficiente y sostenible.
En definitiva, las redes de calefacción urbana optimizan el consumo energético al centralizar la producción con fuentes renovables. Reducen notablemente las emisiones y abaratan los costes individuales con un suministro térmico estable, eficiente y colectivo para urbes y barrios densamente poblados. Una solución que depende, a menudo, de la voluntad de implementarla.